La banda mexicana se presentó en el Luna Park en el marco de la gira por el festejo de sus 20 años. Una vez más, Molotov estaba en casa.
No importa el estilo musical preferido del escucha: la mayoría conoce a Molotov. O alguna vez los vio o alguna canción le gusta; quizás al escuchar una letra, esboza una sonrisa y piensa en dedicarle Puto a más de un político. Tal vez se acuerda de la tapa en la que se ve a una colegiala patitas arriba y le causa gracia o lo horroriza. Rockeros de base, los Molotov nunca pasaron desapercibidos para nadie.
Abrieron la noche los DZS, una banda que viene sonando en Buenos Aires y presentándose en diversos escenarios de la ciudad y el interior. Amenizaron la espera con canciones rockeras de tintes hardcore.
Molotov regresó a Argentina, una vez más al Luna Park, celebrando los 20 años de una carrera que explotó como una bomba, haciendo honor a su nombre. Si quisieran, podrían no sacar ni un disco más y aún así seguirían llevando gente. Ni la ausencia de actividad entre sus discos [Eternamiente (2007), Desde Rusia Con Amor (en vivo, 2012) a su último Agua Maldita, editado en el 2014] impidió que sigan agotando lugares y girando. Sobre todo, porque las canciones de los mexicanos no pierden vigencia y esa es una las claves de su éxito. La queja política y anti-sistema es actual para ellos, para los argentinos y también para el resto de Latinoamérica. La letra de Gimme tha power está tan vigente que nos olvidamos que data de 1997. También las canciones que hacen que uno pueda solidarizarse con el drama fronterizo que viven los mexicanos en canciones como Frijolero, porque para la mayoría de los latinos, los gringos también son un pain en el ass y como dice la canción: “De la droga que sembramos, ustedes son consumidores”.
Ahí estaban los Molotov el pasado sábado. Un poco más despojados que la última vez que hicieron un Luna, cuando vinieron con toda la estética asociada a la Rusia comunista, en el 2013. Esta vez solo unas pantallas detrás de los músicos, cada uno con una GoPro en sus micrófonos para unos planos interesantes y un buen juego de luces, construyeron las imágenes de la noche.
Que hayan durado 20 años está ligado directamente al disco Donde Jugaran Las Niñas y no por nada, lo tocaron casi entero. Este fue el disco que les abrió las puertas, el que generó polémica y puso su nombre en boca de todos. Solo el paso del tiempo alejó la discusión sobre Puto, dejando claro que nada tenía que ver con la homofobia y la discriminación; solo el paso del tiempo permitió entender que Voto Latino es un grito de bronca y que Más vale Cholo relata el cliché de los narcos en México, solo el paso del tiempo hizo de Gimme tha Power un himno contra la policía, los políticos corruptos del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y contra todo lo que, a diario, los laburantes se tienen que comer.
Durante el show, el orgullo mexicano estuvo demostrado en el juego de luces, más la bandera colgada y bien visible como en todos sus recitales. La banda suena tan bien como siempre, aunque ellos en más de una canción se ríen de sí mismos y del paso de los años. Aunque Tito Fuentes siga fumando mientras toca la guitarra o Paco este más gordo, la energía sigue aún vigente. Entre las canciones más nuevas tocaron La raza pura es la pura raza con el rapero Darryl McDaniels como invitado, que participa desde las pantallas y pone una cara exagerada de perro bulldog enojado que por momentos da risa.
El show estuvo bien arriba todo el tiempo y el público también fue protagonista: una chica subió a tocar la guitarra en Gimme Tha Power y, entre un tema y otro, un chico le propuso casamiento desde el escenario a su novia, que se encontraba en el vallado.
No faltó el final con Rastaman-dita con las chicas del público subidas al escenario. En una situación un tanto ambigua e irónica, mientras tocaban en las pantallas se leía “Ni Una Menos”.
El show termino a las 24, después de más de dos horas de música. De a poco, a medida que el estadio se fue vaciando, se pudo apreciar lo que pasa cuando tocan: entre el público, chicos con remeras de Slayer, pasando por Sex Pistols, Kyuss, Tool y hasta Viejas Locas.
Reseña: Gala Claro | Fotos: Matias Bruno
